miércoles, 29 de julio de 2009

¿REALMENTE MURIÓ MARIO BENEDETTI?

Por: IRAÍS SÁNCHEZ

Era domingo por la tarde cuando leí en los titulares de las noticias de una página web que un grande de la literatura latinoamericana había fallecido apenas unas horas atrás. En ese momento salí corriendo al librero que guarda nuestra biblioteca familiar, recorrí con la mirada todas las repisas en busca de aquel libro que entre sus hojas guarda celoso las palabras de un hombre que supo describir tantos y tantos sentimientos en todos sus poemas por que sabía el significado perfecto de las palabras; y por fin lo vi, ahí estaba, entre García Márquez y Jaime Sabines, Testigo de uno mismo una de sus últimas obras en la que reúne varios de sus poemas. Abrí aquél libro, pase una y otra hoja, y los poemas seguían ahí, leí algunos y no podía entender por qué las noticias decían que este gran hombre había muerto.

Regresé a la computadora, en donde había visto la noticia, volví a leer; entonces fue ahí cuando me di cuenta que la persona que había fallecido era Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, un uruguayo de 88 años de edad, que como a todos en algún momento de nuestra vida, le llegó el tiempo de rendir cuentas en el más allá. Pero Mario Benedetti, el artista, el literato, sigue vivo. Vive en todas y cada una de las palabras que escribió, en cada poema que salió de su inspiración, en cada obra terminada; su esencia está en todos los cuentos, ensayos, novelas y personajes a los que dio vida, y que hoy dan vida a este hombre. Basta con leer uno de sus poemas, sentir el eco de su voz en cada lectura, para saber que está vivo y que vivirá mientras haya lectores que sigan sus letras, que lo descubran y que lean una y otra vez sus obras. Mario Benedetti vive en cada una de sus más de 80 obras literarias, que lo hicieron merecedor de varios reconocimientos, y el mejor que le podemos hacer, es continuar leyéndolo por siempre jamás.

“Entre siempre y jamás”


Entre siempre y jamás
el rumbo el mundo oscilan
y ya que amor y odio
nos vuelven categóricos
pongamos etiquetas
de rutina y tanteo

-jamás volveré a verte
-unidos para siempre
-no morirán jamás
-siempre y cuando me admitan
-jamás de los jamases
-(y hasta la fe dialéctica
de) por siempre jamás
-etcétera etcétera

de acuerdo
pero en tanto
que un siempre abre un futuro
y un jamás se hace un abismo
mi siempre puede ser
jamás de otros tantos

siempre es una meseta
con borde con final
jamás es una oscura
caverna de imposibles
y sin embargo a veces
nos ayuda un indicio

que cada siempre lleva
su hueso de jamás
que los jamases tienen
arrebatos de siempres

así
incansablemente
insobornablemente
entre siempre y jamás
fluye la vida insomne
pasan los grandes ojos
abiertos de la vida.

Mario Benedetti

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