martes, 28 de julio de 2009

POMUCH LIBERA A LOS MUERTOS


Por: LILIAN ÀVILA Y JUAN COLIN

Día de Muertos. Bañar y vestir a los difuntos en sus coloridos osarios, son tradiciones únicas en México de este pueblo campechano.
La fiesta más profunda de México, la organizada por los vivos para el disfrute de los muertos, se realiza todos los años en todos los lugares del país, y Campeche no se queda atrás. En Pomuch los muertos reviven y salen de las tumbas durante el año, y el segundo día de noviembre, su día, se les baña, se les viste, se les platica y se les demuestra cariño. Nadie se espanta. Todos se alegran. De la lejanía del sepulcro bajo tierra, a los tres años de enterrados, los restos pasan a la cercanía de los osarios: numerosos, coloridos nichos de cemento que llenan el pequeño panteón de Pomuch. Alegría y tristeza, luz y oscuridad, movimiento y reposo, el negro del luto y el amarillo de la flor... contrastes y ambivalencias que derivan de la mayor dualidad del hombre: la vida y la muerte.

En las casas las ofrendas se acomodan con la comida preferida de los difuntos. En el centro se coloca el principal manjar, el sagrado pibipollo, gran tamal redondo horneado bajo tierra.
Los pomucheños, de facciones mayas, saturan los angostos pasillos entre los osarios. Muchos rezan, pero otros, presurosos, apenas arreglan su osario, lo que la mayoría hizo días antes. Así indica la tradición, como indica también que a los tres años de sepultado hay que sacar los restos del pariente para colocarlos en un osario. Algunos dicen que es tradición maya darle aire a los restos y sentirlos cerca. Otros refutan que es necesidad, pues en el suelo calizo y duro de Campeche los espacios son caros, se renta el suelo y se desocupa a los tres años.

Cajitas de madera de quien tiene más recursos y de cartón con la marca de unas galletas o de un detergente se convierten en los nuevos ataúdes. Al “bañarlo y arroparlo” así, al difunto no le quedan dudas de que lo quieren, dicen los lugareños.

Las otras muertas, las flores deshojadas, también son retiradas para dejar espacio a las llenas de vida. Finalmente, la luz, las veladoras que alumbran esas cuevitas sagradas que son los osarios, donde duermen el sueño eterno los pomucheños fuera de la prisión de la tierra, más cerca de sus parientes.

1 comentario:

  1. wouuuuuuuuu super super nota del sementerio ... me encantoo ...

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